Aprendiendo a Experimentar

Adrian Solca
7 min readAug 13, 2020

¿Qué es experimentar?

Experimentar es la manera en la que hacemos sentido del mundo. Cuando eras bebé aprendiste a caminar haciendo diversos experimentos, porque no es que te pudieras sentar a hacer un cálculo vectorial de cuánta fuerza aplicar o cómo mantener el balance para que la primera vez que te apoyaras te saliera.

Todos, todos, todos los seres humanos traemos la experimentación como comportamiento básico para aprender.

La experimentación, a nivel cognitivo, favorece más experimentación. Tu cerebro ejecuta un proceso que se llama meta-cognición, que es básicamente el aprender a aprender. Mientras más experimentas (experimento es igual a aprendizaje) encuentras maneras más eficientes de crear nuevos experimentos, soportado también en otro proceso llamado Neuroplasticidad, que hace referencia a la capacidad que tienen tus neuronas de formar nuevos caminos para crear caminos más eficientes de asimilar y procesar información.

Básicamente, estamos diseñados a nivel biológico para experimentar. Pero, como con todo. Luego llegan los adultos a arruinarlo todo.

El tabú de experimentar

Cuando entras a la escuela, los exámenes que te hacen tienen 2 resultados: o sabes o no sabes.

Venimos de aprender experimentando, y de repente nos encontramos un contexto en donde el espacio para experimentar se sofoca. Lo que se valora es el conocimiento final, inmutable. Saber o no saber.

Cuando nos integramos a la fuerza laboral, esto se sigue cimentando. Te contratan para hacer una tarea, si no la sabes hacer te corren. Aprender o experimentar está sumamente castigado.

La consecuencia a nivel neurológico de este proceso es catastrófica. Así como nuestro cerebro se vuelve ágil y flexible cuando experimentamos todo el tiempo, se vuelve tieso e inflexible cuando nos cerramos a la idea de experimentar. Las cosas se vuelven blanco y negro, o sabemos o no sabemos. Y como no nos gusta no saber, nos atrincheramos solo en lo que sabemos. No nos interesa aprender cosas nuevas.

¿De dónde viene la cultura anti-experimentación?

La revolución industrial trajo un concepto que era foráneo a toda la humanidad durante los 20mil años de civilización que la precedían: la línea de producción.

Antes TODO era “artesanal”. Había máquinas que simplificaban tareas repetitivas, pero no existía el proceso de automatizar una serie de tareas, que es lo que trajo la revolución industrial. Que se pudiera montar una línea de producción y de manera secuencial construir un producto con una calidad constante. Estas máquinas trajeron la maravillosa ventaja de reducir costos, aumentar la capacidad productiva y ofrecer una calidad constante. Este proceso no solo se adoptó en fábricas. Si has intentado levantar una queja, seguramente has sido víctima de una serie de piezas que funcionan en secuencia para atenderte (el técnico levanta un ticket, otra área lo toma, otra área le da seguimiento, otra área evalúa si el servicio se proporcionó, otra área luego te quiere vender algo, ad infinitum).

La desventaja de este modelo: cambiar es caro. Armar la línea de producción es super complejo, costoso. Requieres máquinas y procesos especiales. Cambiar cuesta.

Es por esto que muchas empresas le tienen miedo al cambio, porque a pesar de que durante 20mil años nuestro principal atributo era adaptarnos, de repente decidimos dedicarle un siglo a una manera de producir que de hecho es hostil al cambio, que es perjudicada por la innovación.

El regreso a la experimentación

Afortunadamente eso ya pasó. Todas las empresas que han fallado en adaptarse ya murieron o están en proceso de morir, haciendo paso a una nueva economía, aquella que está en capacidad y disposición de adaptarse al cambiante contexto de los clientes.

Experimentar ahora es cool. Es el sello de las marcas y las empresas que se adaptan al ecosistema y el hilo conductor entre las marcas que hoy están sobreviviendo (algunas mejor que otras) a la creciente cantidad de crisis que estamos enfrentando.

Ahora el que no experimenta es obsoleto, es el que queda mal en el cuarto. Entonces, si todos vamos a experimentar, ahora necesitamos asegurarnos que lo estamos haciendo bien.

El proceso de experimentación

Antes de experimentar:

  • Mente abierta. Si ya sabemos qué resultado queremos antes de experimentar, ahórrate el teatro y el tiempo de los demás.
  • No hay “correcto” o “incorrecto.” Los experimentos solo nos muestran lo que pasa, un resultado inesperado igual es un resultado.
  • Probamos en pequeño. Primero vemos que las partes de nuestro experimento, de manera individual, funcionan. Luego escalamos
  • Experimentar es un hábito. Experimentar es un mindset que tienes que aplicar todos los días a todo. Mientras más lo haces, te haces mejor.
  • Cultura de la experimentación. Cuando tu experimentas, es tu trabajo ayudar a que otros también experimenten, para crear un ambiente favorable para la experimentación.

El proceso, la receta de cocina:

1. Definir

Antes de diseñar tu experimento, primero entiende cuál es el problema que necesitas resolver, la pregunta que necesitas contestar. Asegúrate que sea un problema específico, si tu problema es “resolver el hambre en el mundo” ¿Cómo vas a construir un experimento suficientemente grande como para ver si tu idea funciona?

Trata de pensar en el detalle de los problemas, en específicamente por qué crees que esos problemas existen, en las pequeñas ideas que te encaminarían a una respuesta válida.

https://dschool.stanford.edu/resources/experiment

Para medir la circunferencia de la tierra, los sabios griegos no tiraron una cinta métrica en el ecuador. Dibujaron dos sombras en la tierra y luego extrapolaron el resto de la información. Eso es un buen experimento.

2. Diseñar

Haz un boceto de tu experimento ¿Cuántas personas involucra? ¿Cuánto tiempo toma? ¿Qué acciones hay que seguir? Necesitas hacer un plano como el que Willie E. Coyote hacía antes de atrapar al correcaminos (Ruco-check) .

No tengas miedo a bocetar y a literal hacer dibujutos y diagramas de cómo funciona tu experimento. Así es como sabes si lo que estás haciendo de hecho lo puedes hacer y cómo te imaginas que funcionaría.

3. Ejecutar

Primero haz un piloto de tu experimento. Haz una prueba pequeña y controlada, simulando el experimento final. Lo que quieres saber es que el experimento te va a aportar datos que te sirven. Velo como hacer experimentos de tu experimento.

Después de que has hecho pruebas y pilotos, y haz ajustado tu experimento, ahora si ejecuta tu experimento y documenta los resultados que estás obteniendo.

4. Analizar

Por definición, los experimentos son procesos para generar conocimiento. Si no analizamos nuestro experimento y definimos exactamente qué aprendimos y que nos faltó por aprender, entonces no hicimos un experimento.

A mi me encanta este canvas del Toolkit de Experimetación de la d.School de Stanford, porque no solo se queda en “qué funcionó” y “qué no funcionó” de tu experimento. También agrega un espacio para cosas que descubriste durante tu experimento que no está directamente relacionado con el problema específico que estás tratando de resolver, pero te da puntas para tal vez hacer experimentos subsecuentes.

https://dschool.stanford.edu/resources/experiment

Canvas express

En esta época de trabajo remoto, muchos no funcionamos si no tenemos un canvas en el que vaciar información, así que diseñé este con los componentes que considero son más importantes para documentar y diseñar tu proceso de experimentación, según los pasos que vimos antes:

Ojalá este artículo te sirva y te ayude a estructurar mejor tu proceso de experimentación, porque no importa si estás evaluando un prototipo o ensayando cómo presentar un reporte o hasta experimentando mejores maneras de hornear pan durante el confinamiento, lo importante es el proceso.

Los dejo con la inmortal sabiduría de los Mythbusters:

Felices trazos.

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