Emprendedor: Estas son 8 cosas que estás haciendo mal (y que aún estás a tiempo de mejorar).

Adrian Solca
11 min readJul 4, 2018

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Imagen: rawpixel.com

Echar a andar una idea es bien bonito. Esos primeros experimentos y errores, un equipo pequeño, los primeros aciertos. Es como tener un hijo y comenzar a verlo crecer, sabiendo que lo que sea que haga, bien o mal, es porque lo aprendió de ti. Te viertes en tu trabajo y sabes que tu startup refleja tus ideas, ambiciones y necesidades.

Sin embargo, el tiempo no pasa en vano. Tu stratup crece, obtienes tus primeras inversiones y comienzas a agobiarte con las cosas menos divertidas: contrataciones, finanzas, papeles legales, cuestiones administrativas. Si te va bien, tus inversionistas tienen gente en la que te puedes ayudar, pero en cualquier caso caso se vuelve una escuela completamente diferente. Súbitamente pasas menos tiempo haciendo las cosas que te gustaban de ser emprendedor y eso hace que cuando tienes oportunidad de hacerlas te aferras aún más a ellas, finalmente estás en esto para cambiar al mundo. AirBnB pudo, WeWork acaba de levantar putichingo billions y tu tienes la siguiente idea revolucionaria de tu industria.

Aquí es dónde me gustaría poner un alto, porque es a estas alturas cuando los emprendedores generalmente se tienen que dar a la tarea de contratar gente para crecer y escalar su emprendimiento, gente que normalmente tiene un perfil especializado en algo que tu simplemente no dominas o no tienes capacidad de entregar. Programadores, diseñadores, redactores, administrativos, estrategas, UX, Project Manager, Community Managers. Los perfiles pueden ser tan diferentes como cada startup, pero el punto es que súbitamente tu idea ya no es solo tuya, porque ahora te ves en la necesidad de poner esa misma idea en manos de alguien más.

Esto suena antinatural, a una blasfemia ¿Cómo vas a dejar a tu hijo en manos de alguien más? Ese hijo que viste nacer, por el que perdiste tantas noches de sueño. Ese hijo que ves a la cara y ves tu propio rostro reflejado, en el que puedes ver cada uno de los atributos que te gustan y que has pasado tanto tiempo puliendo, mejorando y sobre todo vendiendo. Hablas de él en cada junta, cada reunión, sientes que lo conoces de pies a cabeza… Y ahora viene un extraño a implementar código que tu no conoces, a cambiar la interfaz o a hacer investigación para validar que los usuarios vean valor en alguna funcionalidad, o peor aún, a ver si la idea puede ser rentable en algún momento.

Es en este momento en dónde los emprendimientos regularmente se van al carajo. Es en este momento en el que tu emprendimiento, tu startup requiere algo diferente de ti, y de tu capacidad de cambiar y adaptarte a las nuevas necesidades, depende la supervivencia de ese proyecto al que le has dedicado tanto. Es en este momento en dónde comienza una secuencia de errores incrementales que en algunos casos puede ser en poco tiempo, en otros puede haber más resistencia, pero eventualmente van a representar el fin de tu idea.

Esta lista de 8 problemas tiene el objetivo de hacerte ver que tu empresa ya no necesita de ti lo que tu crees que necesita. Una vez que tu emprendimiento le da trabajo a otras personas y el producto de ser solo tuyo, tienes que hacer una sincera evaluación personal para saber si estás preparado para dejar que esa idea crezca y se encamine en una ruta al crecimiento y a la madurez; o quieres quedarte por siempre manteniendo un changarro en el que puedes cumplir tus fantasías de “ser el jefe” mientras la gente no dura ni 3 meses trabajando contigo. Tu decides si quieres hacer caso, pero al menos no podrás decir que nadie te lo dijo.

1. Necesitas tener un plan estratégico para tu empresa.

Si has llegado hasta el punto de comenzar a contratar y escalar, seguramente tus inversionistas te han pedido planes y proyecciones. Esbozos estratégicos que demuestren que no solo te vas a acabar el dinero en blackjack y mujerzuelas. Sin embargo, la planeación y los emprendedores parecen ser alérgicos en la práctica.

Justamente un emprendedor lo que quiere es la libertad de las estructuras rígidas corporativas. En absolutamente toda la literatura contemporánea de emprendimiento se habla acerca de la importancia de ser ágil y de saber pivotear. La planeación estratégica correctamente implementada no está peleada con este concepto.

La planeación estratégica para un emprendedor es tan simple y sencilla como simplemente tener claro qué hace la empresa, qué pretende lograr y cómo pretende lograrlo. Si tú lo tienes claro, puedes comunicarlo a tus empleados y crear un objetivo en común. Así de simple, debes poder platicarlo en 2 minutos, sin choro, sin discursos para apantallar… Simplemente explica qué te saca de la cama todas las mañanas y cual es el impacto que ves en unos años. No es un compromiso, no está grabado en piedra, es solo una dirección fundamental y básica que todos, como humanos, necesitamos para darle sentido a nuestras vidas.

Por ejemplo, MyFitnessPal busca brindar “momentos de claridad” que sumados generan un cambio drástico y a largo plazo en la calidad de vida de sus usuarios. Tesla quiere hacer atractivo y deseable la utilización de energía renovable. Google quiere indexar todo el internet y ponerlo al alcance de todos por medio de buscadores. Así de simple, todos los que trabajan en tu empresa, desde el CEO hasta el guardia de seguridad, puede tener un propósito de estar ahí.

2. Tú y tu equipo necesitan un plan de trabajo.

Crear una visión de quién eres y qué quieres lograr como empresa es el primer paso para generar un propósito. Pero ese propósito sin pasos claros para saber cómo cumplirlos no sirve de mucho. Es cómo decir que quieres bajar 10 kilos de aquí a diciembre, pero sin una lista de acciones concretas que deriven en ese resultado, el propósito no sirve para nada.

Tú y los integrantes de tu equipo necesitan tener una lista de milestones u objetivos a corto, mediano y largo plazo que deriven en la visión que estableciste como objetivo, como propósito para existir. La fundación de Bill y Melinda Gates busca que todos los habitantes del planeta tengan una vida productiva y saludable. Fácil ¿No? Pues esa visión permanece nebulosa hasta que explicas claramente que eso se logra con una serie de pasos. Primero ayudar a la gente en desventaja, darles las mismas oportunidades por medio de favorecer nutrición, salud y acceso a educación y tecnología, etc.

La visión, tu plan estratégico te da la motivación. El plan de trabajo te da las herramientas para mantener esa motivación aún cuando la pierdes de vista y te impulsa a través del trabajo cotidiano.

3. Capacitarte en manejo de equipos.

Felicidades en tener un equipo a cargo. Ahora es momento de capacitarte en hacer algo que hasta ahorita tu emprendimiento nunca ha necesitado de ti: desarrollar y manejar a un equipo de gente.

Ten presente esto: Tu no hiciste “entrevista” para ser jefe. Las circunstancias de tu emprendimiento te pusieron en esa posición. Que estés en esa posición no significa que tengas capacidad de liderazgo o que tengas las habilidades necesarias de tener un equipo a tu cargo. Hay gente que dedica su vida entera a desarrollar capacidades de liderazgo, dinámicas de equipo, planeación, seguimiento y manejo de proyectos. Tú no adquieres esas habilidades por ósmosis.

Manejar un equipo requiere que cada integrante sabe exactamente cuál es su rol, qué se espera de ellos y cómo van a lograrlo. Ser “jefe” requiere cambiar de vigilar el crecimiento de tu emprendimiento a vigilar el crecimiento de tu gente. El startup ya no es tuyo, es de la gente que trabaja en él.

Tus usuarios y clientes jamás serán felices si tu equipo no es feliz. Un equipo feliz genera clientes felices, como dice Richard Branson: Cuida a tu gente y ellos cuidarán a tus clientes. Capacítate, o si de plano manejar gente no es lo tuyo, contrata a alguien que se encargue de eso.

4. Define procesos y roles

Las empresas no son unidades de personas trabajando independientes unos de otros. Es tu deber establecer los procesos de cada uno de los involucrados en tu producto y crear en conjunto con ellos (ellos son más expertos que tú, por eso los contrataste) las actividades por las que son responsables.

Tu, como dueño, tienes un nivel de visibilidad que te permite definir cuando se empalman o pueden colaborar. Es tu deber darle a tu equipo las herramientas necesarias para hacer su trabajo, y eso incluye el que ellos tengan claro cuál es su trabajo y cómo su trabajo complementa y aporta al trabajo conjunto de toda la empresa.

Específicamente si tu empresa es de 10 o 15 personas, no tienes excusa para no tener una definición clara de roles y de los procesos que se llevan a cabo dentro de cada uno de ellos. Una vez establecidos, puedes apoyarte de los mismos roles al escalar y que cada rol capacite a los nuevos integrantes.

5. Establece canales de comunicación entre el equipo

Solo existe una manera de trabajar en equipo: Hablando.

Fortalece una cultura en tu empresa en la que la gente se levante de su lugar, camine al lugar de otra persona y hable. No correos, no IM, no Slack… no, hablar. 30 segundos, 1 minuto, resolver dudas, hacer comentarios. Sin miedo, sin juicios, sin tomarse las cosas como un ataque personal, sino entendiendo que somos todos un equipo colaborativo trabajando para el mismo fin pero con diferentes caminos y herramientas.

Tu como jefe debes ser el ejemplo de eso. Acércate, camina, pregunta, que los demás te vean preguntando, sin miedo, sin juzgar, que los demás puedan acercarse y preguntarte a ti. No te aísles en una oficina cerrada, no crees silos y no creas que porque tienes a todos sentados en una misma mesa la colaboración va a suceder.

Los humanos somos muy buenos creando barreras. ¿Cuántas veces has hablado con el mar de gente que te rodea en el metro? ¿A cuánta gente ves con audífonos o viendo su celular para evitar interactuar con su entorno? No porque estemos cerca, no porque nos tengamos en frente vamos a conversar, vamos a externar ideas, mucho menos nos vamos a atrever a cuestionar las ideas del de enfrente. Esa cultura es tuya y solo tuya para crear y fomentar, empezando contigo mismo.

6. Se transparente.

“La transparencia fomenta la colaboración” leí hace poco. Esto hace referencia a que si tu equipo conoce los objetivos de la empresa, los problemas, las negociaciones, las cosas a las que hay que prestar atención, entonces ellos pueden hacer algo para sumar a esas problemáticas.

Se abierto, se transparente y no le mientas a tu equipo. No vendas una idea filantrópica si tu lo que quieres es hacer dinero. No vendas una idea centrada en los consumidores cuanto tu nunca has hablado, jamás, con un cliente de tu empresa. Es así de fácil, sé quién dices ser. Así la gente al menos tendrá la opción de elegir si decide alinearse contigo, con tu empresa y con lo que esas ideas representan o no. Al menos es claro el rumbo en el que van todos.

7. Crea una cultura que te distinga de los demás.

Cada uno de los puntos que he expresado hasta ahorita forma parte de los componentes de una cultura laboral. Las ideas que representa tu empresa, los roles, flujos, la manera de comunicación de los integrantes, la manera en la que se establecen objetivos, se da seguimiento y se colabora. Es en este momento en el que tienes que darte cuenta que tu cultura compite con otras culturas. Y que tu cultura tiene que ser atractiva para el tipo de perfil que quieres que trabaje contigo.

Muchos emprendedores se fueron con la idea de que cultura es tener una mesa de ping-pong o tener una consola de videojuegos. Pero nosotros dirigimos empresas, no un jardín de niños. Una cultura organizacional es una cultura que fomenta los valores que quiere reforzar. ¿Quieres gente creativa? Crea espacios y rituales que fomenten el pensamiento creativo y la solución de problemas con pensamiento lateral. ¿Quieres un equipo disciplinado y apegado a procesos? Utiliza plataformas y roles especializados que le ayuden al equipo a ser ordenado y estructurado en su manera de trabajar. ¿Quieres un equipo que se quede contigo durante mucho tiempo? Dale beneficios como seguros, apoyo en gastos, planes de carrera y retiro, hazles ver que nadie va a valorar su talento a largo plazo más que tú.

Tu quieres mucho a tu empresa porque es tuya, pero si tratas a tus empleados como una persona más (o como un rol, o un engrane en una máquina) ellos no tienen ninguna responsabilidad, ni preocupación de formar lazos emocionales con ella. Una cultura es justo ese elemento que le brinda a tus empleados la oportunidad de no solo ser mejores en su trabajo, sino también mejores personas, de encontrar amigos, colegas y crear un plan de carrera que les de estabilidad y crecimiento.

Un líder no está en el negocio de desarrollar productos. Está en el negocio de desarrollar personas. Si como emprendedor quieres seguir jugando al innovador que crea productos y que le dan palmaditas en la espalda por ser muy moderno y con mucho potencial, estás en el negocio equivocado.

8. Tus empleados saben más que tu.

Puede que hayas llegado hasta este punto apantallando inversionistas, presentando ideas complejas a personas que tienen otros intereses o experiencia. No es fácil hablar de algoritmos de inteligencia artificial o del futuro de la tecnología aplicada a la ciencia médica con gente que ha dedicado toda su vida a otras industrias o que tiene que escuchar pitches de ventas de otras 120 ideas de industrias diferentes.

Puede que hasta este momento nadie te haya cuestionado exactamente cómo funciona tu algoritmo de inteligencia artificial, o cómo es exactamente que tu sistema de venta de cerveza a domicilio con Realidad Aumentada y Blockchain va a hacer dinero, y que te hayas salido con la tuya para hacer sonar como que esa será una idea millonaria cuando te compre Facebook.

Sin embargo, en algún momento vas a tener que contarle esa idea a un científico de datos, o a un dev… y recibirás una mirada que probablemente sientas como “acusadora” (se que saben perfectamente a qué mirada me refiero). Mi punto es, entiende que el discurso ‘bullshit’ que tanto intoxica el ecosistema emprendedor es algo que no puedes llevar hacia dentro de tu empresa.

Tus empleados no esperan que tengas todas las respuestas. Se supone que contratas gente porque ellos pueden hacer cosas que tu no, que ellos pueden tomar decisiones que tu no tienes criterio, ni conocimiento y que en la mayoría de los casos ni si quiera necesitas entender. No creas, ni por un instante, que el empezar a hablar de términos que no dominas (aunque estés tratando de copiar su lenguaje) vas a generar algún tipo de autoridad frente a ellos. Al contrario, no hay manera más rápida de perder el respeto de tu equipo de trabajo que pretender que tu puedes hacer su trabajo mejor que ellos.

Conclusión

Ojalá estos consejos te sirvan, querido emprendedor, y veas en ellos más que un regaño o una lista de puntos, la oportunidad de entender que para que tu empresa crezca, tu también tienes que crecer. Las empresas líderes no se hicieron por accidente. El éxito viene de un propósito dedicado y absoluto a siempre apoyar y desarrollar el mejor talento que pasa por tu oficina, son ellos quienes llevarán tu producto al siguiente nivel, son sus éxitos lo que se convierte en el tuyo.

Tu equipo es el único aliado que tienes. No son tus subordinados, no son tus monos alados que siguen y obedecen instrucciones, son aquellos en quien confías todo el amor, cariño, sufrimiento y dedicación que has vertido en tu empresa. Es en sus manos quién dejas tu reputación, tu éxito y tu futuro. Lo menos que puedes hacer es preocuparte por ellos y asegurarte que estén bien, que estén motivados, que saben a dónde van, que van en la dirección correcta según tus objetivos y las necesidades del mercado, y que ese camino es un camino que están disfrutando.

El éxito de tu empresa está en juego. No te lo tomes a la ligera.

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