Más allá del código — La llegada de la era centrada en la experiencia
Si la industria tecnológica fuera una fiesta, la cabina de DJ estaría ocupada por Founders, CEOs y otros roles del “negocio”. Son las “caras” de la industria: ponen el ambiente, posan cool, se sienten el centro de atención, aunque en la realidad su papel práctico sea limitado.
Detrás de las tornamesas y el escenario, los verdaderos magos de la técnica: los devs. Son los ingenieros de audio que programan samplers, ajustan niveles y corrigen el ritmo en tiempo real. Sin ellos, la música ni siquiera sonaría.
¿Y los Diseñadores? Sentados en la barra, casi invisibles. Nadie se da cuenta de que fueron quienes planearon la experiencia completa: eligieron el venue, definieron el recorrido, coordinaron luces y aseguraron que los asistentes tuvieran un momento épico. En la industria, se les encasilla como quienes “pulimos” o “hacemos bonito”, los que entran al final para maquillar lo que ya existe. Pero en realidad, somos quienes damos coherencia a todo: los que pensamos en cómo se vive la fiesta, no solo en cómo suena.
Sin diseño, los DJs y los ingenieros ni siquiera tendrían público frente al cual tocar. Y, sin embargo, somos los primeros en ser olvidados. Esa ha sido la fiesta de la tecnología por más de 30 años.
Es por eso que el mantra en la industria de la tecnología ha sido “engineering-driven”. En la gran mayoría de los casos, los fundadores de muchas empresas de tecnología comezaron sus carreras como ingenieros, o afines a ellos. Históricamente, se valora más que los CEOs entiendan más de compilar que de conversar con usuarios, y los inversionistas parecenn aplaudir y valorar cada línea de código como si fuera oro digital. La narrativa quedó definida hace mucho tiempo en los Googles y Facebooks de antaño: la tecnología es el core; el Diseño, en el mejor de los casos apenas un diferenciador estético.
UX como campo profesional, consciente o inconscientemente se acopló a esa lógica. En algunos equipos, los Diseñadores se sentaron en las mismas mesas que los devs, como buenos vecinos de cubículo, e implícitamente aceptamos el papel de “los que entregan pantallas listas para implementar”. No fue un pacto escrito. Fue más bien inercia y, seamos honestos, falta de capacidad de pelear otro lugar en la mesa.
Pero hoy, hay un nuevo elemento en la fiesta. La “Inteligencia Artificial”. Y todo el ritmo empieza a sonar disonante.
Copilot, Cursor, Replit AI y demás copilotos ahora generan scaffolding, construyendo las bases repetitivas y necesarias para escalamiento en el código, corrigen bugs simples, escriben tests y autocompletan funciones en segundos. Lo que antes tomaba horas de devs, ahora en alguna capacidad (todavía siendo explorada) con un prompt.
Con estos cambios lo que es indiscutible es que la diferenciación de los equipos de ingeniería se tambalea. Google reconoció que más del 25% de su código nuevo ya es generado con IA; Microsoft habla de 20–30% en sus repositorios internos. Esto no significa que la máquina reemplace a los devs pero si definitivamente hay un impacto directo en sus trabajo y en especial, lo que la gente que les paga cree que ser un dev es. Lo repetitivo y el “tecleo” dejaron de ser diferenciales.
La consecuencia es doble:
- Valor desplazado. La diferenciación ya no está en construir código rápido, sino en decidir qué sistemas construir, cómo orquestarlos y cómo asegurar calidad y ética.
- Tensión laboral. CEOs y VCs ya se preguntan si necesitan tantos devs. Algunos, como en Salesforce o Stripe, han pausado contrataciones o recortado equipos, alegando “productividad extra” gracias a IA.
Y en medio de esa tensión aparecen frases incendiarias: “Nadie necesitará aprender a programar en 6 meses”, “la IA hará de prompting el nuevo lenguaje”. Jensen Huang de NVIDIA y Elon Musk son ejemplos. Ahora, tengo claro que su trabajo es crear este ruido, tienen un conflicto de interés. Pero yo no soy Dev, no estoy partiendo de si estas premisas y afirmaciones son ciertas, en lo que me quiero centrar es en el impacto que tienen en la industria y el campo laboral: el prestigio del coding como habilidad sagrada se está relativizando.
¿Y todo esto qué tiene que ver con Diseño?
Más de lo que parece. La situación de los devs y la nuestra no son historias paralelas, son hilos enredados en la misma madeja. El rol de UX — sobre todo en los últimos 20 años — se construyó a la sombra de ingeniería. No por elección estratégica, sino por supervivencia.
Si en la industria el centro gravitacional era el código, entonces pegarnos a ese centro parecía lógico: “ellos construyen, nosotros pintamos lo que construyen”. Así nos vendieron y así nos dejamos vender. Mientras los devs fueran intocables, estar cerca de ellos nos daba cierta inmunidad. Y durante años funcionó: estábamos en sus mesas, hablábamos su idioma, justificábamos nuestro valor diciendo “aceleramos entrega”.
El problema es que cuando el prestigio del coding se tambalea, nosotros tambaleamos doble. Porque nuestra narrativa de valor dependía de la suya. Si el mantra era engineering-driven, nuestro apéndice se resumía a engineering-adjacent.
¿Dónde se nota esto en la práctica?
- En juntas donde UX presenta diseños solo para validar “factibilidad técnica”, en lugar de discutir impacto en negocio o experiencia.
- En roadmaps donde la definición de qué se construye ocurre entre PMs y devs, y los diseñadores entran después como pintores de interfaz.
- En métricas que reducen nuestro trabajo a “tiempo de entrega de pantallas”, como si la estética fuese un KPI y no la retención de usuarios o el ahorro de costos por menos tickets de soporte.
Por eso digo que vamos “amarrados al destino de los devs”: si ellos pierden terreno porque la IA automatiza parte de su trabajo, nosotros — que nos encasillamos como complemento — vamos detrás, y con menos defensas.
Y ahí aparece la pregunta incómoda: ¿Qué haces en una junta si el responsable de darle vida a tu Figma ya no es un dev, sino un Copilot?
¿Cómo se ve el futuro?
En mi opinión, el futuro no será engineering-driven. Pero tampoco será un regreso romántico al diseño como una expresión artística, de “gusto”, arte puro, donde lo estético es el centro y todo lo demás se adapta.
IA, más que ningún otro elemento distruptivo, fuerza a que el futuro sea experience-driven. ¿Por qué? Porque lo único que la IA no puede “resolver en segundos” es la complejidad de alinear negocio, usuarios y tecnología dentro de un mismo sistema. Y aquí está la clave: Diseñar no es solo poner un color en un botón, es construir ecosistemas que generen valor real y sostenible.
Diseño tiene el potencial de definir su identidad propia, aparte de los equipos de ingeniería, pero solo si tomamos en cuenta estas consideraciones:
🎤 1. Tomar el micrófono cuando la narrativa de “código primero” ya no alcanza
Durante años, el discurso en juntas ha sido: “¿Qué se puede construir?” Los ingenieros tenían la voz porque respondían esa pregunta. Hoy, con copilots generando código repetitivo, esa pregunta ya no alcanza. La nueva pregunta es: “¿Vale la pena gastar los tokens necesarios para construirlo?”
Ese es el terreno natural del diseño. No solo saber si algo es posible, sino si es deseable, si conecta con necesidades humanas, si escala con el modelo de negocio.
La próxima vez que estés en una reunión de planeación, no te limites a mostrar flujos. Pregunta en voz alta: “¿Esto resuelve el problema correcto?” o “Qué costo de experiencia estamos dispuestos a asumir?” Nadie más en la mesa tiene la capacidad de cambiar el eje de la conversación.
🛠️ 2. Hackear los espacios de estrategia y negocio donde históricamente nos han dicho (o nos decimos a nosotros mismos) que “ese no es nuestro terreno”
En muchas organizaciones, la estrategia parece un club cerrado: MBAs, Product Managers, Consultoras. Los Diseñadores quedábamos en la periferia, esperando que nos “pasaran” requerimientos. Pero si algo dejó claro la IA es que seguir esperando instrucciones es auto-morición profesional.
El Diseño Estratégico es justo ese puente que une visión del negocio, la capacidad técnica y realidad de las necesidades humanas. Y si no entramos a esos espacios, alguien más (menos preparado para entender lo humano) lo hará.
Es fundamental involucrarse en las conversaciones de métricas, de pricing, de crecimiento. Aprender a leer un P&L básico. Usa la investigación de usuarios no como “insight lindo”, sino como argumento que cambia la ruta del roadmap del producto.
🔍 3. Abandonar de una vez por todas la idea de que somos decoradores digitales y evidenciar que somos traductores de valor
La caricatura de UX como “los que hacen pantallas bonitas” sigue viva en muchas empresas. Esa visión nos condena a ser prescindibles. Nuestro verdadero valor está en traducir: negocio ↔ usuarios ↔ tecnología. Nadie más tiene la caja de herramientas para hacerlo con profundidad.
Por ejemplo: un ingeniero puede explicar la eficiencia de un algoritmo y un PM puede hablar del revenue esperado, pero ¿quién explica cómo esa decisión va a sentirse en la vida real de los usuarios? Ese es terreno nuestro.
Es necesario aprender a justificar y soportar con claridad las decisiones y hacerlas visibles al equipo. Nada puede ser arbitrario, de gusto o de opinión, todo tiene que tener un dato anclado y una métrica clara que lo soporta. No digas “esta pantalla es mejor”; explica: “esta decisión reduce la carga cognitiva en 30%, lo que evita abandono en el flujo de pago”. Hablar en esos términos cambia percepciones: de un decorador con gusto voluble a estratega que protege valor.
Ahora, se que no solo los Diseñadores tienen trabajo que hacer, pero es a quién yo principalmente le hablo, todos tenemos tarea en pensar cómo queremos que sea el futuro de la industria de la tecnología
- A los diseñadores: toca dejar de pedir permiso. Si esperas validación o que te pidan cómo hacer tu trabajo de devs o PMs, la IA te va a comer como se los está comiendo a ellos. Define tu identidad como estratega de experiencias.
- A los negocios: si quieren que sus apuestas con IA sobrevivan, necesitarán Diseño no como adorno, sino como brújula estratégica. Las empresas que sobrevivan no serán las que más código produzcan, sino las que mejor diseñen sistemas de valor humano-tecnológico.
Algo que creo que es irrefutable es que la IA está nivelando la cancha técnica. El código, por sí solo, ya no es suficiente cuando se construyen productos digitales. Lo que realmente diferenciará a las organizaciones será su capacidad de Diseñar con propósito, claridad y estrategia. Lo que parece estar aún en el aire es quién será el responsable de definir ese propósito, comunicar esa claridad y darle pies a esa estrategia.
Porque diseño no es un commodity. Diseño no es un “extra”. Diseño es diseño. Y su valor es irreemplazable, independiente si los resposnables de llevarlo a manos de la gente es un humano o una máquina.
